Hace unos días observé por casualidad una avispa trabajando en su canutillo de barro como una auténtica alfarera. Iba y venía continuamente y con minuciosa entrega y dedicación construía su nido.
Pasados unos días pude advertir que uno de esos pequeños canutillos estaba completamente sellado, impidiendo de este modo su entrada o salida.
Mi curiosidad me hizo buscar y leer sobre el por qué de aquello y ahora se que las avispas rellenan estos pequeños nidos con arañas, y cuando esta alacena está llena, depositan en su interior un único huevo y cierran o sellan el nido con más barro.
Lo curioso de este almacén de comida para la futura avispa, es que la progenitora no mata a las arañas, sino que con su veneno las deja paralizadas y aletargadas. De manera que la nueva avispilla se encuentra con comida fresca al salir de su huevo.
Naturaleza sorprendente.
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