Es la más simpática y entrañable de nuestras rapaces nocturnas y es muy habitual verla durante el día posada sobre paredes y ruinas de viejos cortijos que dispersos por la campiña y a duras penas se mantienen en pie.
Si intentamos acercarnos se hincha o agacha y agazapadillo agita su gruesa cabeza con un movimiento vertical brusco, sin que se estremezca el resto del cuerpo. Luego, tras un parpadeo de sus llamativos ojos amarillos y una sorprendente vuelta de la cabeza para inspeccionar los alrededores, esta curiosa bola de plumas emprende el vuelo.
Curioso... imagen natural y explicación naturalmente sencilla, bonita imagen.
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